La batalla había comenzado. Toda la unidad corrimos rápidamente, acercándonos a cada paso a un destino incierto. Debo tranquilizarme. El miedo me atenaza.
Cojo mi pilum y armo el brazo para lanzarlo. No apunto, no hay tiempo. Lanzo a la horda que se dirige a nosotros. Espero haberle dado a alguien, lo necesitaremos.
Saco mi gladius y agarro mi scutum. Ya los tenemos encima, 20 metros, el choque parece inevitable.
Se dirige hacia mí uno de ellos. Puedo verla la cara, la tiene desencajada por el esfuerzo. Porta un enorme hacha. Da un golpe hacia mi izquierda, lo esquivo por poco. Ese hacha debe pesar. Sus movimientos son lentos pero poderosos.
Consigo clavarle el gladius en el cuello en un momento de despiste. Me he puesto perdido de sangre. No he sentido nada al matar, sólo una ira que va aumentando en mí poco a poco. Aparto el cadáver mientras está con los estertores, busco al siguiente bárbaro.
Aparece otro, este parece más joven, debe ser su primera batalla. Intenta darme un golpe, falla estrepitosamente. Con unos años más aun podría haberme hecho algo. Le rebano el brazo del arma. Sus gritos me ensordecen. Decido acabar con ellos de un certero golpe. Me empapo aun más.
Se empieza a sentir el olor de batalla del que hablan los veteranos. Es una nauseabunda mezcla de sangre, orines y heces. Me revuelve el estómago. Debería haber desayunado menos.
Mientras estos pensamientos fluyen en mi mente, siento como un golpe me pasa rozando la cabeza. Debo estar más atento. Acabo con el osado bárbaro que intento herirme. Ya me he entregado completamente a la batalla, no siento dolor ni lástima, sólo quiero acabar con los enemigos de Roma.
Miro a mi alrededor, bastantes compañeros míos habían caído en el fragor de la batalla, compañeros de entrenamiento, compañeros de rancho, amigos. Mi ira va aumentando, ya habrá tiempo de enterrar a los muertos.
Me giro para intentar insuflar ánimos a los compañeros, la victoria es posible.
Mientras estoy a la búsqueda de un enemigo ocurre lo inevitable, de repente siento un desgarrador dolor en el hombro. Un enemigo me había atravesado con su lanza. Le atravieso con el gladius pero es demasiado tarde. Siento la sangre manar por la herida. Poco a poco se vuelve todo más oscuro. Siento la mano de alguien arrastrándome. La oscuridad me envuelve, es el fin…
Al acabo de un indeterminado tiempo desperté de golpe. Sentí una punzada de dolor. Mire a mi hombro, tenía un tosco y voluminoso vendaje. No sé dónde estoy. Se oyen unas risas de fondo.
La incertidumbre me corroepor dentro. Me armo de valor y grito para que alguien se da cuenta de donde estoy. Oigo venir a alguien.
¡No puede ser! ¿Cómo ha podido suceder? Estoy en el campamento de los bárbaros…
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