lunes, 29 de diciembre de 2008

Sangre e ira [Parte 1]

El sol empezó a despuntar desde muy temprano. Me daba en los ojos. Ya era hora de despertar. Todo parecía que iba a ser como la rutina de siempre pero no, hoy era un día especial. Me desperecé y eché una mirada a mi alrededor. Allí estaban, los hombres con los que había pasado tantas penurias. Se notaba en el ambiente que hoy era un día distinto al resto.

Me vestí y fui donde estaban dando el desayuno, no era la misma bazofia de siempre, esta vez se habían esmerado. Intercambié una mirada apesadumbrada con el cocinero. Él sabía lo que me estaba pasando por la mente, lo que nos estaba pasando por la mente a todos.
Decidí no hablar con nadie y comer tranquilo en una esquina pensando sobre el largo día que nos esperaba. Hoy no volvería a ver a muchos de los hombres que había allí. Es una idea que me aterroriza.

Tras comer me levanto y voy en dirección a donde está mi petate. Me visto con la ropa y la armadura que me había podido comprar con mis pocos ahorros ganados tras arduas batallas por Roma
Mientras todos mis compañeros se preparaban, el cónsul fue a explicar sus planes de batalla a los jefes de unidad.
El jefe de mi unidad no tenía buena cara, no habría podido dormir. Nos transmitió las órdenes, las de siempre.
Lentamente nos fuimos dirigiendo a nuestra posición en la unidad y comenzamos a andar en dirección desconocida. Pasaron horas en las que pesadamente caminamos hacia un destino incierto.

Parece que ya hemos llegado, nos detenemos. Afino el oído y parece escucharse unos cánticos de bárbaros. Bestias inmundas, ¿no saben lo que les pasa a todos los que se enfrentan a Roma? Pobres infelices.
Avanzamos hasta el cerro, allí vemos a lo que nos vamos a tener que enfrentar. Había tantos soldados que no se veía el horizonte. Una sensación de pesadumbre recorrió a todo el ejército romano. Cientos de miles de bárbaros en frente nuestro.
El cónsul se dispuso a dar su arenga previa a la batalla. Que lucháramos por Roma y por su gloria, ¿acaso sabrá él, qué es Roma y qué representa? Roma no es un palacio en el que estás aislado de mundo con un séquito de esclavos que hacen lo que te place, Roma es el panadero que se levanta cada madrugada día tras día, el comerciante que recorre cientos de kilómetros para traer productos, el gladiador que da su vida para entretener a la plebe. Todo eso es Roma.

A una orden empezamos a golpear el escudo con los pila, en un intento de amedrentar a los bárbaros pero a una señal de su jefe empezaron a hacer tanto ruido que enmudecieron el nuestro. Un escalofrío recorrió mi espalda.
A mis espaldas los músicos tocaron las trompetas. La batalla había comenzado…

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